La ciudad inteligente no es solo una cuestión de implementación tecnológica. Para ser inteligente, una ciudad debe ser capaz de desarrollar la capacidad de comprender y gobernar mejor su dinámica y 'sensaciones' con el fin de hacer un mejor uso de los recursos (tangibles e intangibles) y mejorar el bienestar de las personas y la calidad ambiental, respetando los derechos de la naturaleza. El desafío actual es conectar lugares, personas y naturaleza a través de la inteligencia urbana colectiva para construir una gobernanza compartida, abierta y transparente de las ciudades.
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